Un día a todo esto se lo va a
cargar la chingada.
¿Llegaste a ver el final del
anime Evangelion?
En la superficie todo es
tranquilidad: las miradas, las sonrisas, los abrazos y las relaciones humanas. Debajo hay un mundo extraño que se esconde con la no tan
amigable forma de pensamientos oscuros.
Todos los tenemos, pero los negamos a diario. Y en ese lugar están todos nuestros
traumas, los llantos, los gritos de desesperación y el miedo a la puta muerte
que nomás no llega. Es el lado B de la bella película que, según
tú, pasará frente a tus ojos antes de morir.
La vida pasa como un sueño y
cuando nos despertamos se convierte en pesadilla. Mejor seguir durmiendo. O eso preferimos la mayoría del tiempo.
Yo desperté por primera vez a los 11 años. Me entró un pánico bien
cabrón. Estaba parado en mi casa, así como si nada, pendejeando, y de repente me
di cuenta de que soy un pinche saco de huesos, un armatoste que encierra una supuesta
esencia. Puros nervios, cartílagos, sangre… que sólo estando todo junto tiene
sentido, pero lo que hay en mi cerebro —o quién sabe dónde—, lo que llaman alma, está prisionero ahí adentro.
No supe qué hacer.
Antes, a los 7 años tuve un
previo de este despertar. Estaba en
la cama de mis papás, a punto de quedarme dormido, cuando sentí sobre mi
espalda un peso impresionante, como una piedra enorme. Nada más de acordarme se
me acelera el corazón y siento la piedra regresando a mi espalda, pero ahora me
sacudo y la mando al carajo. Pesaba demasiado pero a la vez no pesaba nada,
como si estuviera hueca. Yo sólo lloraba y no sabía cómo chingados explicarlo cuando me preguntaban.
Me asusté mucho. Mucho menos sabía qué hacer en ese caso.
Con el paso de los años, te das
cuenta de que todo va a seguir ahí. La piedra la traigo a cuestas y a veces
logro quitármela. Mi alma sigue encerrada en este bofo cuerpo. Soy el
tripulante de un mecha que me ayuda a
no sucumbir entre gigantes que me atacan por todo alrededor, y a la vez siento
la responsabilidad de que esos mismos gigantes no maten a los que no tienen una
armadura parecida a la mía —y que hasta la fecha me ha aguantado tanto—.
Comentarios
Publicar un comentario