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Mil novecientos ochenta y ocho

—Se murió uno de mis cantantes favoritos.

—Ya sé, ya estoy hasta la madre de verlo en el Facebook. Que se suicidó, ¿no?

—Sí, la neta no entiendo. Todos sobrellevamos este bodrio que a veces llamamos vida, o lo disfrutamos, cuestión de cada quien, pero no llego a entender del todo por qué la gente se mata.

—Ajá, osea, estás triste porque eres pobre, te cortas las venas… ¿no te das cuenta del pedo en el que vas a meter a tu familia? Si no tienen ni para comer. Otro caso: estás triste porque te dejó la muy ingrata, te pegas un balazo en la cabeza… qué pinche bonita imagen para el periódico amarillista, quizá hasta consigas la portada y eso fue lo más importante que conseguiste en tu vida. Uno más: te fuiste de tu casa, estás lejos de tu familia, no tienes a nadie, te cuelgas de la hamaca… ¿y luego? Ni que fueras Mozart para dignificar una fosa común, ni quien reclame tu cuerpo.

—Bueno, tú andas bien pinche grinch.

—No, güey, al contrario. Creo que sobran razones para vivir. ¿No has visto los pinches atardeceres tan chingones que se ven en toda la ciudad a diario?

—¡Uy! Ahora hasta romántico me saliste. Quién diría que mi yo interno tiene tantas facetas.

—Bueno, ¿a qué viene todo esto?

—Mañana cumplo 29.

—¿Y eso qué significa?

—Pues… según yo ni a los 20 iba a llegar, eso dije en mi adolescencia.

—Ajá… en la adolescencia decimos pura pendejada. ¿Qué significa para ti cumplir 29 años?

—No sé, es un número. Es la cantidad de veces que la Tierra ha pasado por el mismo punto cuando da vueltas alrededor del sol.

—¿Sabes cuántas horas es eso?

—Doscientas cincuenta y cuatro mil cuarenta, hace rato saqué la calculadora.

—Estás enfermo, por eso me caes bien... Ya es mañana.

—Sí, mañana.

—No, te digo que ya es mañana, ya son las doce.

—¡Yei! ¡Feliz cumpleaños a mí!

—Felicidades, te mando un abrazo neuronal.

—Oye, ¿crees que alguien se acuerde?

—No sé, ¿qué se celebra en realidad? ¿Por qué razón quieres que te feliciten?

—Supongo que felicitarte es congratularse porque sigues vivo, que aunque no te frecuente tanto, me gusta que sigas existiendo y saber eventualmente de ti. Que el hecho de que todavía exhales dióxido de carbono en algún punto del globo, aun sin estar en mis coordenadas, sigue significando algo para mí.

—Te digo que vienes bien romántico hoy. Mejor ya ponte a trabajar, que le debes mucho a mucha gente.

—Eso nos pasa por corazón de pollo. Bueno, mientras súbele a esa rola, güey.

—Jajajaja, “Show Me How to Live”, qué adecuado.

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