Te conocí en el vagón tercero del tranvía 470, con destino a Pantitlán.
Estabas sentada a mi izquierda, yo aferraba mi vida a un pedazo de metal cercano al acceso.
Te vi, me viste, nos miramos nuevamente... fue de esas ocasiones en las que las palabras sobran.
Un teléfono apuntado en un boleto del metro, unas miradas furtivas y el suave roce de tu piel al abandonar el vagón y fundirte en los ríos de gente que transbordaban de estación.
Días más tarde me hice uno con tu piel,
disfruté aquel dulce anhelo de volverte a ver,
de sentir que serías mía otra vez.
¿Cómo sería la realidad si fuera así nada más?
Sin el dulce sueño amargo.
Hoy volví a subirme al vagón tercero del tranvía 470, en dirección Pantitlán.
La gente me miraba extrañada y hasta con repulsión,
una monja me acuchilló con sus ojos inquisidores.
Quizá se deba al color de mi piel,
tostada por el sol que me despierta cada mañana
y hace arder el pavimento que es mi cama;
o tal vez mi cabello desaliñado y sediento de un poco de champú...
o quizá mi desgarrada ropa que obtuve en los contenedores verdes.
A lo mejor todos están locos y no ven mi amor por tí.
Ese amor que sigue transpirando por los poros de mi piel,
aquel que me convirtió en esto que soy,
si es que existes...
(25/III/12 - Vuelo 710 de Volaris, MEX-CUN)
Estabas sentada a mi izquierda, yo aferraba mi vida a un pedazo de metal cercano al acceso.
Te vi, me viste, nos miramos nuevamente... fue de esas ocasiones en las que las palabras sobran.
Un teléfono apuntado en un boleto del metro, unas miradas furtivas y el suave roce de tu piel al abandonar el vagón y fundirte en los ríos de gente que transbordaban de estación.
Días más tarde me hice uno con tu piel,
disfruté aquel dulce anhelo de volverte a ver,
de sentir que serías mía otra vez.
¿Cómo sería la realidad si fuera así nada más?
Sin el dulce sueño amargo.
Hoy volví a subirme al vagón tercero del tranvía 470, en dirección Pantitlán.
La gente me miraba extrañada y hasta con repulsión,
una monja me acuchilló con sus ojos inquisidores.
Quizá se deba al color de mi piel,
tostada por el sol que me despierta cada mañana
y hace arder el pavimento que es mi cama;
o tal vez mi cabello desaliñado y sediento de un poco de champú...
o quizá mi desgarrada ropa que obtuve en los contenedores verdes.
A lo mejor todos están locos y no ven mi amor por tí.
Ese amor que sigue transpirando por los poros de mi piel,
aquel que me convirtió en esto que soy,
si es que existes...
(25/III/12 - Vuelo 710 de Volaris, MEX-CUN)
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