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Mostrando entradas de 2015

Armajedón

El resplandor ilumina toda la ciudad y me saca del ensueño. Una bola de fuego cruza el firmamento, de un lado hacia el otro, dejando estela.            Crees que es el fin del mundo.             Apagas el motor y te sujetas del volante. No sé qué hacer ni decir, vuelvo a cerrar los ojos y veo tu voz. Quizá es una señal, como si la estrella fugaz quisiera que pida un deseo.            Yo no necesito pedir nada, ¿qué más quiero desear si ya te deseo?                       Como el cometa, una idea fugaz cruza mi firmamento.                                 ¿Y si te lo digo?  Abro un ojo y lo giro hacia ti, que sigues conmocionada, un tanto nerviosa quizá. Finalmente, nos ponemos en marcha.            Cuando necesito hablar sinceramente, me funciona dormir el cerebro.                        De reojo observo tu pierna derecha moverse,                        alterna entre el acelerador y el freno. –¿Sabes que yo te deseo?  …y justo cuando comienzo a hablar, el cielo se ilum

Ensayo sobre mi ceguera

Alguna vez leí algo sobre un personaje cotidiano que usaba lentes, como yo. El sujeto en cuestión, columnista de alguna publicación que frecuento, hablaba sobre la imaginación que te devora al quitarte los lentes y no ver nada con claridad. Yo creo que hasta cierto punto es verdad: no alcanzas a distinguir bien tus pies, tienes que pegarte a los escaparates para leer los carteles, y los rostros de la gente no son claros, bien pudieran ser monstruos que te sonríen y tú todavía les devuelves la sonrisa amablemente. Cuando era niño quería usar gafas, me gustaba como enmarcaban mi cara. Irremediablemente, la tradición familiar dictaba que en algún momento se me desarrollaría la miopía o el astigmatismo. Luego resultó que tengo las dos, e incluso, uno de mis ojos tiene un caso extraño de hipermetropia, según me dijo mi primer optometrista. Por eso veo mejor del lado izquierdo que del derecho, por eso la mica derecha de mis lentes puede ser usada como lupa por los que si ven