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Mostrando entradas de 2013

19 pesos y algo que contar

Mi espíritu de clase media baja wannabe media alta pugnaba por que el presupuesto para mi desayuno oscilaría entre los 50 y 70 pesos y constaría de un sándwich integral de pollo y un jugo de naranja. Pero una decisión errónea al tomar el transporte –por estar en la pendeja digamos– me dejó en una zona más allá de la avenida López Portillo, que para muchos es la línea divisoria entre dos ciudades diferentes. Me bajé de la combi justo frente a un puesto de garnachas: “Empanadas y polcanes, $3.50” decía un letrero con tipografía irregular. Mis tripas me exigieron que me dejara de pendejadas y me obligaron a entrar al local, donde una señora que recibió mi dinero con una mano y con la otra surtió mi pedido, me dijo que eran 10.50 y que los refrescos costaban 8.50. La gente nota cuando te infiltras en su estilo de vida. Todos miraron al chico de zapatos de vestir y cartera de piel, que además preguntaba cuál era la salsa que no picaba y dónde carajos estaba el repollo. Sin embargo,

Extraño

Todos los días suceden cosas extrañas en todo el mundo. Mientras escribo esto, en algún lugar hay alguien llorando mientras mira por la ventana. Cuando me detengo a pensar, hay una persona agonizando en un hospital de quinta, pero también un bebé llorando ante la sonrisa de sus padres. En el segundo que acaba de pasar, una mujer acaba de tener el orgasmo de su vida, y en el siguiente un niño va a meter gol en una cascarita de futbol llanero. En un punto del planeta hay una pareja viendo el atardecer agarrados de la mano. Alguien acaba de recibir un balazo. Un pobre diablo se acaba de cortar las venas hasta desangrarse. Hay un mundo de posibilidades, más de 7 mil millones de almas que en algún instante de sus vidas se imaginan que están en otro lado, que viven realidades alternas. Para cuando amanezca justo en mi posición geográfica tú seguirás aquí, y yo despertaré y te miraré a los ojos y quizás hasta me pierda en ellos. Todos los días suceden cosas extrañas en todo el mundo.

Vaivén

Cenizas. Fuego. Electricidad. Una mitad cercenada que busca la tuya. Esas perlas se asoman, las pupilas bailan. Tu, de mis labios a mis ojos y viceversa. Yo, de tus ojos a tus labios y viceversa. ¿Por qué no me besas y ya? Me miras, una gota cae. Mi pulgar la mata. El índice roza tu piel. Sigue ese vaivén de pupilas danzantes. ¿Por qué no me amas y ya? Los recuerdos galopan, tus labios en mí. Sensación que extraño, un roce de tí. Hablas sin sentido y lo hago yo también. ¿Por qué no me matas y ya? No sonríes, las perlas no salen. Fúndete en mí, ya no me sueltes. Alienta la hoguera y deja todo en llamas. ¿Por qué no vuelves y ya? Sigue ese vaivén de pupilas danzantes. Pupilas danzantes siguen en vaivén.

Rehab? No, no, no

Nunca fueron suficientes los besos. No han sido aún suficientes abrazos. Nunca serán suficientes horas de conversación. No he terminado de desgastar mi amor por ti. ¿Me puedes recordar por qué nos separamos? No sé si ya se me olvidó o si no me quiero acordar. Me preocupa que ese amor nunca se vaya. Como el drogadicto que sabe que ingirió de más: ¿qué tal si me quedo en el viaje? Tengo una sobredosis de ti que me tiene así. Yo creo que tengo que ir a rehabilitación. O quizá no.